Ponencia de la parlamentaria ecuatoriana
Diana Atamaint
Taller “Política y Democracia en la Región: Principales Desafíos”
Secretaría General de la OEA
Oficina para la Región Andina de IDEA Internacional
Lima, 23 de abril de 2010
Introducción
Puntualizar algunas interrogantes puede ayudar en el análisis sobre los desafíos que los países de la región deben enfrentar para madurar sus procesos democráticos. En esa perspectiva, y tomando el caso de mi país, el Ecuador, se articularán un conjunto de ideas que bien podrían apuntalar la construcción de un país unitario y próspero caracterizado por una enorme diversidad cultural. Para ello, desde la óptica de una parlamentaria indígena que expresa los anhelos de los pueblos y nacionalidades indígenas que son parte de la mayoría de ecuatorianos pobres, se esbozarán a continuación, varios elementos que podrían contribuir a la comprensión y a la construcción del Estado Plurinacional e Intercultural, conforme proclama la Constitución Ecuatoriana.
Como se ha dicho, plantear algunas preguntas, aunque no sean contestadas aquí, puede facilitar la reflexión que nos convoca.
¿Cuál debe ser el modelo organizativo y el diseño institucional para materializar las declaraciones constitucionales de Montecristi1 y avanzar hacia la construcción de un Estado Plurinacional e Intercultural?
¿Cuáles son los desafíos más importantes que deben ser atendidos en la actual coyuntura política ecuatoriana caracterizada por la presencia de un gobierno de corte progresista?
A lo largo de esta exposición corta, se advertirá un cuestionamiento a lo insuficiente que resulta el conjunto de elementos que configura la idea generalizada de participación política; se enfatizará sobre la obligación de incorporar nuevos valores dependiendo de cada entorno cultural y se bosquejarán componentes que podrían ser parte de una nueva perspectiva o enfoque.
El arribo a Montecristi y el desafío permanente
Son muchas las lecciones aprendidas del proceso democrático instalado en mi país en las tres últimas décadas. La mayor parte de aquéllas son duras, pues hemos de acordar que en lo que ha devenido la democracia en el Ecuador no es lo que se esperaba ni espera. Se profundizaron los desequilibrios, la pobreza se concentró en un mayor número de ecuatorianos mientras que la riqueza en contadas manos. Somos uno de los países más inequitativos e injustos de América Latina. A juzgar por los resultados del proceso democrático ecuatoriano, no deberíamos insistir en la implementación de este tipo de modelos.
Por ello emitiendo señales e sensatez, de racionalidad, de que la riqueza del país tiene que servir para crecer juntos respetando las diversidades, llegamos a una Asamblea Constituyente luego de un largo y sostenido proceso construido con la participación determinante de las organizaciones sociales y políticas que cuestionaron permanentemente la irracionalidad del proceso democrático ecuatoriano. Estos mismos sectores populares formularon alternativas, desde los intereses de las mayorías excluidas, para superar la situación de postración.
El proceso constituyente ecuatoriano se asemeja a un enorme torrente al que generosamente tributaron hombres y mujeres mestizos, indios, campesinos, maestros, intelectuales comprometidos, desempleados, familiares de emigrantes, y sobre todo, la experiencia y los ideales de las organizaciones sociales y políticas y la tradición de lucha de los ecuatorianos. Me corresponde puntualizar que los indígenas2, que somos los mas pobres de entre los pobres en el Ecuador, contribuimos con entusiasmo, decisión y propuestas para labrar el camino que nos condujo a Montecristi. La lucha popular para cambiar radicalmente la estructura social y política obsoleta, inequitativa, excluyente, injusta y corrupta, posibilitó arribar a la Asamblea Constituyente que elaboró una Constitución que recoge los sentimientos de unidad en la diversidad, las aspiraciones de cambio profundo y las esperanzas de millones de ecuatorianos.
El Ecuador enfrenta, ahora mismo, el desafío de diseñar y construir la institucionalidad que posibilite la materialización de los preceptos constitucionales, para ello se requiere elaborar las leyes secundarias que efectivamente cambien la situación de postración y marginación.
Consecuentemente estamos llamados a repensar con creatividad y a empujar unitariamente la construcción de instituciones amparadas en la concepción de que la unidad en la diversidad es posible y que esta última es la riqueza más grande de los ecuatorianos.
Se trata llamar la atención de los pensadores para que creen nuevos mecanismos de valoración de lo intangible, la tradición, la cultura, las costumbres, el conocimiento ancestral y de las potencialidades de la diversidad cultural para la participación política.
A la luz de la perspectiva señalada revisemos algunas ideas en torno a la cultura, participación política y los elementos indispensables para construir una nueva institucionalidad en un Ecuador diverso.
Elementos que potencian la unidad en la diversidad
Llamo la atención sobre la necesidad de incorporar a la reflexión otros elementos que contribuyan a atender el reto de construir un Estado Plurinacional e Intercultural, tal como establece la Constitución Ecuatoriana.
La cultura subyace bajo la confianza, el grado de asociatividad “la cultura es manera de vivir juntos (…) moldea nuestro pensamiento, nuestra imagen y nuestro comportamiento” UNESCO [1996]. La cultura engloba valores y muchos otros aspectos que definen la identidad de las personas y los pueblos. En todos los campos se presentan interrelaciones sólidas entre cultura, participación y política.
En el informe de la Comisión Mundial de la Cultura y Desarrollo de la UNESCO de 1997 ya se señalaba con claridad “para los pobres los valores propios son frecuentemente lo único que pueden afirmar”. Los grupos menos favorecidos tienen valores que les dotan de identidad, su irrespeto o marginación afectan a su identidad. Por el contrario, en los mismos grupos, si se potencian y afirman sus rasgos de identidad, aquéllos disparan toda su energía, creatividad, voluntad de participación y condición de humanos.
Los esfuerzos están conduciendo cada vez con mayor claridad a resituar a la cultura en un lugar destacado dentro de la participación y representación políticas. La UNESCO ha señalado que el desarrollo cultural “es un fin en sí mismo porque da sentido a nuestra existencia”. No solamente enriquece espiritual e históricamente a las sociedades, sino que contribuye a afirmar la identidad, a elevar la autoestima, a cultivar valores y transmitirlos, a generar respeto por las instituciones y a integrar la familia y la sociedad civil. Kliksberg [2000] anota que la cultura es el instrumento aún no privilegiado para alcanzar el progreso económico y social y que subyace en todas las dimensiones, en todos los planos de la sociedad.
La cultura presenta una muestra variada de elementos que conforman un conjunto de situaciones prácticas que no han sido oportunamente advertidas por el pensamiento hegemónico convencional. En concordancia con Arizpe [1998], anotemos que la teoría de la organización política debe incorporar los conceptos de cooperación, confianza, etnicidad, identidad, comunidad y amistad, pues estos elementos en conjunto constituyen el tejido social en el que se basa la política y la economía. La cultura y el capital social son concebidos como agentes y catalizadores de la participación política y del desarrollo económico y social.
Debemos tener presente que las relaciones que establecen los individuos dentro de un entorno cultural, sus valores y creencias, determinan un comportamiento colectivo que permite alcanzar objetivos mutuamente deseados. El papel que juegan la confianza, la reciprocidad y los lazos de la vida comunitaria, es determinante para alcanzar resultados socialmente óptimos.
Para efectos de nuestra reflexión, podemos anotar que las prácticas organizativas comunitarias tradicionalmente han construido tejido social en condiciones de discrimen y segregación. Esta construcción ha viabilizado poderosamente la vigencia histórica y robusta de las culturas indígenas. Como se puede advertir, la sociedad ecuatoriana está saturada de tradiciones organizativas y culturales de una amplia variedad y diversidad y esto la convierte en tierra fértil donde pueden crecer y madurar las nuevas instituciones políticas que se reclama.
Falta mucho camino por recorrer para que la sociedad ecuatoriana en su conjunto asuma la importancia de organizar su institucionalidad sobre la base de su diversidad. Creemos que es urgente prestar atención a estos elementos que siendo invisibles, se muestran activos, dinámicos y vivos.
Los retos para “materializar la Constitución”
Pensar, diseñar, construir y desarrollar organizaciones políticas e instituciones exige una dosis grande de creatividad y esfuerzo. Para que este proceso florezca hay que reacomodar nuestras ideas en torno al tipo y carácter de las organizaciones e instituciones que deben encargarse de preparar y acelerar la participación de la gente en las decisiones políticas y la construcción de un nuevo Estado.
La sociedad ecuatoriana entera y no solamente los indígenas y sus intelectuales orgánicos, deben hilvanar la institucionalidad pública que coadyuve a la concreción de las declaraciones referentes a los Derechos Políticos y al Estado Plurinacional e Intercultural, consignadas en la Constitución.
No debe asombrar a la Humanidad que en el Ecuador los indígenas seamos quienes alcemos nuestra voz para exigir participación política, igualdad, respeto, vigencia de los Derechos Individuales, Económicos, Sociales, Culturales y Colectivos. Requerimos urgentemente que la institucionalidad del Estado de manera sistémica aborde los temas y los problemas indígenas en la perspectiva de su superación. La magnitud y la trascendencia del tema exigen a la sociedad entera tomar conciencia y comprometerse con nuestras demandas de carácter histórico.
De manera categórica se puede decir que la legislación secundaria que en el Ecuador se construye en estos mismos días, no se acerca a algunos de los elementos presentados en este taller y no revaloriza aquella presencia indígena y popular que permitió al pueblo ecuatoriano llegar a Montecristi con sus esperanzas, y al economista Correa ganar varias y consecutivas elecciones. Esto quiere decir que dicha legislación más se ajusta al pensamiento, a las prácticas políticas convencionales y a los intereses de nuevos grupos de poder.
La Asamblea Nacional3 en la que el Presidente Correa dispone de la mayoría, se elabora un conjunto de leyes importantes4 a un ritmo determinado por aquella mayoría. Las leyes, suponemos, deben posibilitar la construcción de un Ecuador equitativo e incluyente y acompañar el proceso de maduración de una nueva institucionalidad; sin embargo, se advierten serios problemas que entrampan el debate y que impiden que las leyes tengan la concordancia precisa con los preceptos constitucionales.
Es indispensable retomar la orientación original del camino constituyente, y avanzar hacia la configuración de nuevas reglas para la vida social y para el Estado, de tal manera de dejar atrás el pasado, es decir, superar la democracia liberal y construir una democracia participativa radical; liquidar el Estado colonial, monocultural y neoliberal e ir hacia un Estado Plurinacional e Intercultural incluyente y solidario.
De manera específica, al amparo de lo que señala la Constitución, perseguimos la eliminación de los entes privados de administración del agua, la creación de un fondo nacional del agua para la vida, la redistribución de la tierra, el respeto a la biodiversidad y a la Madre Tierra, asegurar los derechos humanos de los pueblos no contactados y en aislamiento voluntario, la materialización del salario de la equidad, el cambio de prioridades en las políticas agrarias y el desarrollo de una educación intercultural.
En el Ecuador aparentemente, en un lapso de tiempo corto, asistimos a un escenario en el que los actores fundamentales del proceso constituyente van siendo desplazados por otros que imponen prácticas conocidas y sus propios intereses por sobre los de la mayoría de ecuatorianos, que mantienen la esperanza viva con la fe de carboneros.
Estamos comprometidos a seguir en la trayectoria marcada por la lucha del movimiento popular. Estamos atentos y movilizados para hacer fracasar los intentos de llevar este proceso, que pertenece a la gente humilde de mi patria, hacia los dominios de quienes instalaron en mi país la concentración de la riqueza en pocas manos, los desequilibrios sociales, la pobreza, la exclusión y afectaron irremediablemente a la Madre Tierra con sus acciones extractivistas. De ahí que pugnamos para construir una legislación secundaria que asegure resultados distintos a los que se produjeron en décadas pasadas de regimenes democráticos, y sobre todo que siente las bases para la construcción de un Estado Plurinacional e Intercultural.
1 Ciudad perteneciente a la provincia de Manabí situada en la Costa Ecuatoriana que vio nacer al líder de la Revolución Liberal y Presidente del Ecuador Eloy Alfaro. En esta ciudad se reunió la Asamblea Constituyente que elaboró la actual Constitución del Ecuador.
2 El Movimiento de Unidad Plurinacional Nuevo País -Pachakutik-, es la expresión política y electoral del Movimiento Indígena Ecuatoriano.
3 Hasta antes de la aprobación de la Constitución vigente en el Ecuador desde el 2008, el parlamento tenía el nombre de Congreso Nacional, este fue cambiado por el de Asamblea Nacional.
4 Ley del Agua, Ley de Comunicación, Ley de Ordenamiento Territorial, Ley de Educación General, Ley de Educación Superior.
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