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lunes, 14 de mayo de 2012

El rol de parlamentaria supone grandes retos para toda la familia

Quito, 13 de mayo de 2012
Las asambleístas Betty Amores (independiente), Pamela Falconí (Alianza País) y Silvia Kon (Sociedad Patriótica) comentan sus experiencia como madres, esposas y políticas

Por: Diana Atamaint

Esposa, madre, líder indígena y política por convicción

Mujer-madre-política


Las mujeres parlamentarias constituyen prácticamente la tercera parte de la Asamblea Nacional. Sin embargo, sus actividades son poco conocidas en su dimensión humana. La prioridad mediática está dada a los debates políticos, a los pronunciamientos partidarios, a las confrontaciones con otras funciones del Estado, desconociéndose elementos esenciales que combinan su vida política y su vida personal.

¿Qué factores intervienen en la actividad y el desempeño de una asambleísta ecuatoriana? La asambleísta Diana Atamaint (Pachakútik) realizó una breve entrevista a otras tres asambleístas por ocasión del Día de la Madre: Pamela Falconí (Alianza País), Betty Amores (Independiente) y Silvia Kon (Sociedad Patriótica).

Reto en Montecristi. En un primer momento se topó la experiencia vivida en Montecristi, en la Asamblea Constituyente. Trascender del rol de mujer-madre a mujer-madre-política, según Betty, fue vivir en carne propia el hecho de que la mujer se encuentra en un momento de grandes retos, de asumir un nuevo rol en la sociedad y en la política del país, lo que significa modificar los roles de la mujer para bien de la sociedad, con implicaciones aun para la familia.

El trabajo político profesional exigió muchas horas diarias, desplazarse semanalmente de la ciudad donde se vivía habitualmente a otra donde se desarrollaba la actividad política, a lo que se suman las tareas militantes dentro de su partido. Ello implicaba la separación familiar, menos contacto con sus hijas, problemas de coordinación con el esposo, ya que también tiene su trabajo. Por lo mismo, hubo que buscar una mayor colaboración de otros familiares para ayudar en el hogar.

Betty considera que la relación con su esposo y sus hijas se fortaleció. Debido a los largos días de ausencia, por estar en Montecristi, debió optimizar el tiempo cuando podían estar juntos. El apoyo de Jorge, su esposo, fue fundamental, un ingeniero en telecomunicaciones, con quien lleva 20 años casada y quien siempre ha estado a su lado en la lucha por la reivindicación de derechos de la mujer.

Ahora, ya en la Asamblea Nacional, hay dos cosas que ella recuerda como acontecimientos que tuvo que superar: hace un año, a eso de las 08:00, mientras se alistaba a ir a la Asamblea Nacional, recibió una llamada telefónica que le informaba que su hija mayor había sido atropellada mientras se dirigía a la universidad. Esos fueron días de gran dolor, en los que tuvo que dejar de lado por completo sus labores políticas y olvidarse de su rol de asambleísta pues su hija era lo más importante. Felizmente se recuperó en poco tiempo y Betty pudo retomar las actividades normalmente.

Otro hecho importante fue la decisión de separarse de las filas de Alianza País, porque consideró que lo conseguido en Montecristi sufría estancamientos o muchas veces retrocesos y eso no estaba dentro de sus convicciones. Son circunstancias extremas que se presentan en el camino en el que se necesita de valentía y convicción para tomar la mejor decisión.

La juventud, presente. Pamela, madre de dos hijas de 8 y 6 años de edad, señala que sí es bueno que los tiempos cambien y que cambien los paradigmas, aunque esto signifique asumir nuevas responsabilidades que, a su vez, hace que nos expongamos a más riesgos en los distintos trabajos, sean políticos o no. La adaptación de la familia a este nuevo esquema, la presión de la actividad política, la falta de comprensión y apoyo del esposo pueden, y de hecho en algunos casos como en Montecristi, significar rupturas en el hogar. Por eso Pamela considera que es un reto para mujeres valientes que no tienen miedo a grandes desafíos, llegando incluso a ser irreverentes.

El hecho de haber sido electa como asambleísta por primer vez en su provincia, siendo una mujer y joven, ya era un paso gigantesco en la conquista de nuevos espacios de poder que tradicionalmente fueron ocupados por hombres de apellidos rimbombantes y de mucha más "experiencia", la cual se reducía frecuentemente a tener mayor edad. A esto se suma el tener que dejar a sus hijas al cuidado de sus abuelos, o de su padre mientras ella se traslada cada semana desde Los Ríos a Quito para cumplir con su rol de asambleísta. Es un reto, concluye, que sin el apoyo de la familia sería imposible asumir.

Diálogo y comprensión. Silvia, cuando se casó con Ramiro, abogado en libre ejercicio profesional, decidió dedicarse ciento por ciento a su hogar y más aun cuando tuvo a su hijo Ramiro José, lo cual duró diez años antes de incursionar en la política. Por supuesto -nos dice ella- que fue muy difícil para todos, inclusive para ella misma, adaptarse a un nuevo estilo de vida.

Mientras cumple con sus funciones ha tenido que superar circunstancias que se complican cuando toca decidir quien cumple tal o cual actividad. Como sucedió en una ocasión cuando le llamaron de la escuela de su hijo para informarle que estaba enfermo y que había que llevarlo al médico; ella estaba en una sesión en la Comisión que no podía abandonar pues iba a votar, y entonces llamó a su esposo para que fuera a ver al niño, pero él también se encontraba en un evento similar. Luego de una breve discusión, Ramiro fue a recoger al niño. Hay que llegar a consensos dice Silvia, ya que circunstancias como estas y otras propias de la política, al inicio, le hicieron pensar en renunciar y dejarlo todo, sin embargo, su compromiso con sus electores y el apoyo del esposo y la familia hizo que no abandonara la batalla.

Estas experiencias muestran que la participación de las mujeres-madres en la política, independientemente de la orientación de su partido, plantea retos que ponen a prueba su personalidad, los lazos afectivos de pareja, el entorno familiar y su rol de mamás, demandando una redistribución de labores de cuidado de los menores y exigiendo un equilibrio con las expectativas de alcanzar objetivos políticos, realización profesional o reconocimiento social.

"El trabajo político profesional exige muchas horas diarias, desplazarse semanalmente de la ciudad donde se vivía a otra en la que se desarrolla la actividad política"

Betty Amores, asambleísta independiente





"El hecho de haber sido electa asambleísta por primer vez en su provincia, siendo una mujer y joven, ya era un paso gigantesco en la conquista de nuevos espacios"

Pamela Falconí, asambleísta AP



 "Mientras cumple con sus funciones, ha tenido que superar circunstancias que se complican cuando toca decidir quien cumple (esposo o esposa) tal o cual actividad"

Silvia Kon, asambleísta PSP





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