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viernes, 28 de octubre de 2011

Diana Atamaint “Los Retos para Materializar la Constitución Ecuatoriana”

Ponencia de la parlamentaria ecuatoriana
Diana Atamaint
Los Retos para Materializar la Constitución Ecuatoriana”
Bilbao, País Vasco, 1 de junio de 2010
1. Introducción
Las reflexiones que me permito hacer persiguen presentar, de manera muy apretada, un conjunto de ideas que, desde la óptica de una parlamentaria indígena, han incidido en la maduración del proceso constituyente en el Ecuador y que incidirán en lo que denomino los retos para materializar la constitución.
2. Las propuestas y la lucha que posibilitaron el arribo a Montecristi1
Para la mayoría pobre de ecuatorianos y en particular para los indígenas, resultaba y resulta indignante esperar que los gobernantes de turno empujen la construcción de una institucionalidad que asegure el cambio profundo que exigimos. Por ello, junto a otros movimientos sociales nos correspondió y nos corresponde asumir colectivamente la construcción de una sociedad incluyente, equitativa y próspera en la que la diversidad y la unidad sean sus pilares fundamentales.
Se trata de materializar nuestros sueños, de querer ser escuchados, de que nuestras opiniones sean valoradas en su dimensión, y sobre todo, de configurar, construir, desarrollar y madurar una nueva institucionalidad que de cuenta de nuestra diversidad y de sus potencialidades intrínsecas.
Las ideas que alimentaron el debate de Montecristi y que se tornaron en el emblema que guió el accionar político del Movimiento Indígena Ecuatoriano y de otras fuerzas sociales y políticas, se mantienen vigentes y deben enriquecerse, pues la enorme tarea de construir las leyes secundarias, apenas está iniciándose, y para ello se requiere del aporte de las mentes más lúcidas y comprometidas con la mayoría de ecuatorianos pobres y excluidos.
Aquellas ideas que giran en torno a: la unidad en la diversidad, capital y tejido social y cultura, no las podemos desarrollar en esta oportunidad, solamente anotemos que:
Thomas Carroll señala “…el capital social es la confianza, reciprocidad, normas y reglas de relación cívica en una sociedad, que facilita la acción coordinada con el fin de lograr objetivos mutuamente deseados. Obviamente, el capital social tiene sus raíces en la historia, la tradición y la cultura. A diferencia del capital humano y del capital físico, el capital social es relacional y está incrustado en la estructura social”.
El capital social tiene que ver con el grado de integración social de un individuo; su red de contactos sociales implica relaciones fuertes, concreción de expectativas de solidaridad, comportamientos fiables, compromisos asumidos y cumplidos. Existe un espacio donde se mejora la efectividad privada y a la vez madura como un bien colectivo. El capital social puede ser visto como un asunto subjetivo que determina la forma de relacionamiento entre las personas por lo que la confianza, las normas de reciprocidad, actitudes y valores ayudan a las personas a superar relaciones de conflicto y de competencia para orientar sus relaciones de vida con base en la cooperación.
La UNESCO dice que cultura atraviesa todas las dimensiones del capital social de una sociedad. La cultura subyace bajo la confianza, el grado de asociatividad “la cultura es manera de vivir juntos (…) moldea nuestro pensamiento, nuestra imagen y nuestro comportamiento”. La cultura engloba valores y muchos otros aspectos que definen la identidad de las personas y las naciones.
Los esfuerzos están conduciendo cada vez con mayor claridad a resituar a la cultura en un lugar destacado. Kliksberg dice que la cultura no es solamente el instrumento aún no privilegiado para alcanzar el progreso económico y social; la UNESCO ha señalado que el desarrollo cultural “es un fin en si mismo porque da sentido a nuestra existencia”. No solamente enriquece espiritual e históricamente a las sociedades sino que contribuye a afirmar la identidad, a elevar la autoestima, a cultivar valores y transmitirlos, a generar respeto por las instituciones y a integrar la familia y la sociedad civil. Este mismo autor, señala que la cultura subyace en todas las dimensiones, en todos los planos de la sociedad (…) la cultura como factor decisivo de cohesión social es la base que da sustento al capital social.
Las sociedades generalmente presentan elementos visibles que permiten su estudio y análisis y que posibilitan formular hipótesis sobre su devenir; sin embargo, cada día aflora una nueva evidencia que muestra que un conjunto de elementos invisibles que las sociedades florecen en su seno, son los que determinan en gran medida su funcionamiento. El grado de madurez del tejido social tiene una correlación positiva y fuerte e incide de manera silenciosa, pero definitiva, en las posibilidades de crecimiento y desarrollo de una sociedad.
Estas ideas y otras han contribuido a florecer el sumak kawsay o el buen vivir como una respuesta al concepto individualista del bienestar de la sociedad occidental, de ahí que el buen vivir del que hablamos los pueblos indígenas ha significado un giro en la colonialidad del poder que instauró el pensamiento y las políticas producidos por occidente como referentes universales.
Este enfoque es rotundamente antisistémico, está reñido con las prácticas que han conducido a la concentración de la riqueza, a la depredación del medio ambiente, a la pérdida de conciencia sobre lo comunitario, hacia el irracional uso de los recursos y hacia la ostentación del poder material.
3. Los logros constitucionales
El arribo a Montecristi es un hecho trascendental en el que confluyeron: las mejores tradiciones de lucha del pueblo ecuatoriano y de manera particular la de los pueblos y nacionalidades indígenas que en las dos últimas décadas nos movilizamos en función de los intereses de la mayoría de ecuatorianas y ecuatorianos pobres; la esperanza de mestizos, negros, cholos y montubios que perseguimos la construcción de una patria incluyente, equitativa y justa; la decisión de jóvenes, mujeres, trabajadores, pequeños comerciantes, empleados públicos, maestros, amas de casa, estudiantes, desempleados, subempleados e inmigrantes para labrar nuestro destino sin pobreza y corrupción; y, el compromiso de organizaciones políticas y sociales que representan los intereses populares.
El Estado plurinacional e intercultural, Las circunscripciones territoriales indígenas y afroecuatorianas y el Sumak kawsay o el Buen vivir, decimos categóricamente, son logros de la lucha popular que se explicitan en la Nueva Constitución.
Si bien el verdadero significado, de que estos pensamientos sean parte de la Constitución Ecuatoriana, estaría por construirse, es importante hacer notar que este es un nuevo cimiento constitucional que expresa una ruptura con el sistema económico mundial y representa una alternativa que replantea las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza pues exige una visión de respeto.
El sumak kawsay es la oportunidad de devolverle la ética a la convivencia entre humanos; es la ocasión para articular un nuevo contrato social en el que puedan convivir los diferentes en espacios unitarios, tal como ya hemos hablado; y, es la salida a la violencia propia del sistema imperante. El sumak kawsay es la voz sonora de los actores sociales tradicionalmente deslegitimados, excluidos e invisibilizados por las élites, grupos de poder y sus gobernantes.
Temas como la administración de justicia comunitaria, la plurinacionalidad, la interculturalidad, los derechos colectivos, las nuevas relaciones entre los seres humanos y la naturaleza, las circunscripciones territoriales o territorios colectivos y los derechos de la naturaleza, son expresiones de la ruptura que desde sectores tradicionalmente marginados se han venido dando para des-occidentalizar el pensamiento.
Por ello, para hablar del buen vivir como proceso de descolonización del poder, habría que reflexionar sobre el papel que han jugado los movimientos sociales indígenas, negros, campesinos, de mujeres, de ambientalistas y de trabajadores, para que este concepto como otros que lo integran: el derecho de la naturaleza, el derecho al agua, a la soberanía alimentaria, el estado plurinacional sean realidades. Reconocemos que son ellas y ellos los reales protagonistas de estas luchas contra-hegemónicas, quienes trabajan en la construcción de alternativas frente a la homogenización de las culturas y la vida.
Hemos de convenir que es enorme el reto para diseñar instituciones que den cuenta de esta diversidad, se requiere de nuevas dimensiones que ajusten la concepción y sus prácticas a las especificidades culturales existentes.
Nuestra concepción muestra al hombre como parte integrante de la naturaleza y está reñida con el enfoque que mira a la naturaleza como un objeto a ser dominado por el ser humano. Lo comunitario se ubica sobre lo individual, la reciprocidad y la redistribución es lo que se privilegia de tal manera que la acumulación de bienes y recursos se ubica en un plano inferior, los valores espirituales y éticos priman en la relación con su entorno natural y con el resto de la población. El buen vivir se fundamenta en el pacto entre diversos escenarios naturales necesarios para la vida, dentro de este pacto la utilización o manejo de los recursos se establece en un diálogo con el espíritu de la tierra.
4. Los retos para “materializar la Constitución”
El proceso constituyente ecuatoriano se asemeja a un enorme torrente al que generosamente tributaron hombres y mujeres mestizos, indios, campesinos, maestros, intelectuales comprometidos, desempleados, familiares de emigrantes, y sobre todo, la experiencia y los ideales de las organizaciones sociales y políticas y la tradición de lucha de los ecuatorianos. Me corresponde puntualizar que los indígenas2, que somos los mas pobres de entre los pobres en el Ecuador, contribuimos con entusiasmo, decisión y propuestas para labrar el camino que nos condujo a Montecristi. La lucha popular para cambiar radicalmente la estructura social y política obsoleta, inequitativa, excluyente, injusta y corrupta, posibilitó arribar a la Asamblea Constituyente que elaboró una Constitución que recoge los sentimientos de unidad en la diversidad, las aspiraciones de cambio profundo y las esperanzas de millones de ecuatorianos.
Ahora bien, entendemos que una constitución, sobre todo, es un conjunto de declaraciones y de formulación de principios e ideales que deben plasmarse a través de leyes o normas secundarias. Para nosotros, la Constitución Ecuatoriana es el resultado de la lucha unitaria de indígenas y mestizos y ahora se ha convertido en la bandera que guía la lucha definitiva por el cambio de las estructuras económicas, sociales y políticas del Ecuador. Se ha dado un paso importante, pero un paso al fin, nos corresponde madurar y hacer nacer un Ecuador radicalmente diferente del que vivimos, pues nuestros hijos y nietos no nos perdonaran haberles heredado pobreza y corrupción en un territorio saturado de riquezas naturales y de gente digna, altiva y trabajadora.
No debe asombrar a la Humanidad que en el Ecuador los indígenas seamos quienes alcemos nuestra voz para exigir participación política, igualdad, respeto, vigencia de los Derechos Individuales, Económicos, Sociales, Culturales y Colectivos. Requerimos urgentemente que la institucionalidad del Estado de manera sistémica aborde los temas y los problemas indígenas en la perspectiva de su superación. La magnitud y la trascendencia del tema exigen a la sociedad entera tomar conciencia y comprometerse con nuestras demandas de carácter histórico.
Somos conscientes que pensar, diseñar, construir y desarrollar organizaciones políticas e instituciones exige una dosis grande de creatividad y esfuerzo. Para que este proceso florezca hay que reacomodar nuestras ideas en torno al tipo y carácter de las organizaciones e instituciones que deben encargarse de preparar y acelerar la participación de la gente en las decisiones políticas y la construcción de un nuevo Estado.
La sociedad ecuatoriana entera y no solamente los indígenas y sus intelectuales orgánicos, deben hilvanar la institucionalidad pública que coadyuve a la concreción de las declaraciones referentes a los Derechos Políticos y al Estado Plurinacional e Intercultural, consignadas en la Constitución.
De manera concluyente se puede decir que la legislación secundaria que en el Ecuador se construye en estos mismos días, no se acerca a algunos de los elementos presentados aqui y no revaloriza aquella presencia indígena y popular que permitió al pueblo ecuatoriano llegar a Montecristi con sus esperanzas, y al economista Correa ganar varias y consecutivas elecciones. Esto quiere decir que dicha legislación más se ajusta al pensamiento, a las prácticas políticas convencionales y a los intereses de nuevos grupos de poder.
La Asamblea Nacional3 en la que el Presidente Correa dispone de la mayoría, elabora un conjunto de leyes importantes4 a un ritmo determinado por aquella mayoría. Las leyes, suponemos, deben posibilitar la construcción de un Ecuador equitativo e incluyente y acompañar el proceso de gestación de una nueva institucionalidad; sin embargo, se advierten serios problemas que entrampan el debate y que impiden que las leyes tengan la concordancia precisa con los preceptos constitucionales.
Es indispensable retomar la orientación original del camino constituyente, y avanzar hacia la configuración de nuevas reglas para la vida social y para el Estado, de tal manera de dejar atrás el pasado, es decir, superar la democracia liberal y construir una democracia participativa radical; liquidar el Estado colonial, monocultural y neoliberal e ir hacia un Estado Plurinacional e Intercultural incluyente y solidario.
De manera específica, al amparo de lo que señala la Constitución, perseguimos una revolución agraria, la eliminación de los entes privados de administración del agua, la creación de un fondo nacional del agua para la vida, la redistribución de la tierra, el respeto a la biodiversidad y a la Madre Tierra, asegurar los derechos humanos de los pueblos no contactados y en aislamiento voluntario, la materialización del salario de la equidad, el cambio de prioridades en las políticas agrarias y el desarrollo de una educación intercultural.
En el Ecuador aparentemente, en un lapso de tiempo corto, asistimos a un escenario en el que los actores fundamentales del proceso constituyente van siendo desplazados por otros que imponen prácticas conocidas y sus propios intereses por sobre los de la mayoría de ecuatorianos, que mantienen la esperanza viva con la fe de carboneros.
Estamos comprometidos a seguir en la trayectoria marcada por la lucha del movimiento popular. Estamos atentos y movilizados para hacer fracasar los intentos de llevar este proceso, que pertenece a la gente humilde de mi patria, hacia los dominios de quienes instalaron en mi país la concentración de la riqueza en pocas manos, los desequilibrios sociales, la pobreza, la exclusión y afectaron irremediablemente a la Madre Tierra con sus acciones extractivistas. De ahí que pugnamos para construir una legislación secundaria que asegure resultados distintos a los que se produjeron en décadas pasadas de regimenes democráticos, y sobre todo que siente las bases para la construcción de un Estado Plurinacional e Intercultural.
Así como exigimos cambios estructurales que obliguen al Estado a servir  a los sectores pobres del país, pero al mismo tiempo a atender la economía desde todos sus sectores, exigimos también  una posición ideológica clara  frente a  los acontecimientos del acomodo del capitalismo mundial y que el gobierno sea lo suficientemente sensible para asumir los cambios que se registran en el mundo.
La realidad de manera clara nos hace ver que en el Ecuador no hay señales que den cuenta del cambio profundo que aspiramos, parece ser que no vamos a ninguna parte y menos hacia el socialismo, de ahí que, la movilización y lucha de quienes somos los “dueños” de la Constitución sean permanentes. Los avatares de la coyuntura política y sobre todo, la presencia oculta de los grupos de poder tradicionales y de otros que se estarían configurando, bien pueden trastocar el proceso que dirige Rafael Correa y hacer que la llamada “Revolución Ciudadana” se convierta en el fraude mas grande que se registre en la historia nacional.
1 Ciudad situada en la Costa Ecuatoriana perteneciente a la provincia de Manabí. Esta pequeña ciudad vio nacer al líder de la Revolución Liberal y Presidente del Ecuador, Eloy Alfaro. Aquí se reunió la Asamblea Constituyente que elaboró la actual Constitución del Ecuador.
2 El Movimiento de Unidad Plurinacional Nuevo País -Pachakutik-, es la expresión política y electoral del Movimiento Indígena Ecuatoriano.
3 Hasta antes de la aprobación de la Constitución vigente en el Ecuador desde el 2008, el parlamento tenía el nombre de Congreso Nacional, este fue cambiado por el de Asamblea Nacional.
4 Ley del Agua, Ley de Comunicación, Ley de Ordenamiento Territorial, Ley de Educación General, Ley de Educación Superior.
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